Grillos: La bandera de la alimentación del futuro (y cómo criarlos sin que se te mueran como a mí)
¿Por qué los grillos serán la próxima revolución alimentaria?
Te lo digo sin rodeos: si hay un insecto que podría llevar la bandera de la cría con fines alimenticios —ya sea para animales o para humanos—, ese es el grillo. Y no lo digo solo porque la FAO los promocione como “superalimento”, sino porque yo mismo he pasado de matarlos sin querer (sí, lo admito) a criarlos con la obsesión de un científico loco.
Aquí en México, los chapulines y el gusano de maguey roban el protagonismo, pero a nivel global, el grillo está ganando terreno. ¿La razón? Es una máquina de convertir hojas viejas y desperdicios en proteína de alto valor biológico, hierro y vitamina B12. Y créeme, si un tipo como yo —que de niño los veía escapar de su caja de zapatos— logró dominar su crianza, tú también puedes.
“No compres proteína en polvo: cultiva grillos” (y otras lecciones que aprendí a golpes)
Te confieso algo: mi primer intento de criar grillos fue un desastre. Compré unos cuantos en una tienda de mascotas (Acheta domesticus, para ser exactos), los metí en un contenedor con agujeros —¡qué orgullo mi sistema de ventilación casero!— y… a la semana, todos muertos. ¿El error? No calcular la humedad.
Así que, si quieres evitar mi suerte, toma nota:
El curso que salvó mi proyecto (y mi orgullo):
Encontré un curso en aprende.org —sí, la plataforma de la Fundación Carlos Slim— llamado “Productor de grillos”. Lo completé, me dieron un certificado (que nadie me ha pedido, pero lo enmarco igual) y aprendí lo básico:
- Temperatura ideal: 28-32°C (no los pongas cerca de un ventanal en invierno, como yo).
- Alimentación: desde cáscaras de vegetales hasta pienso especializado (¡nada de pan viejo!).
- La regla de oro: menos es más. Hacinarlos = estrés = grillos caníbales.
Mi grillo favorito: el Sigillatus que apareció en mi baño
Mientras criaba A. domesticus, un día vi un grillo distinto en casa: más pequeño, menos alas, casi sin esa “armadura” de quitina que a veces repele a los novatos. Era un Gryllodes sigillatus (o algo parecido). ¿Por qué me gusta? Porque es más digerible —ideal para harinas o alimentar animales— y, de paso, ¡no suena toda la noche como sus primos!
“¿Para qué quiero yo criar grillos?” (La pregunta que todos me hacen)
Simple: porque el futuro sabe a grillos deshidratados.
Para tus animales:
¿Sabías que en la UE ya usan harina de grillo en acuicultura? Sustituye a la soja y la harina de pescado, es más sostenible, y hasta mejora el crecimiento de peces y gallinas. Yo mismo planeo usarlos para mis futuras gallinas (y para vender a vecinos hipster de la proteína alternativa).
Para ti:
Aquí va mi confesión top: voy a comerlos. Sí, como lees. Mi meta es que, cuando alguien me pregunte “¿qué suplementos tomas?“, soltar con cara de poker: “Ninguno… solo como insectos“. ¿Asqueroso? Para nada. Los deshidrato, los muelo y los mezclo en smoothies o tortillas. Y créeme: cuando tengas antojo de algo crujiente, un puñado de grillos tostados con chile y limón le gana a cualquier bolsa de papas.
“No te creas el cuento de oro: esto NO es fácil”
Romantizar la cría de insectos es peligroso. Te lo dice alguien que perdió tres tandas de grillos por:
- Exceso de confianza (“¡Bah, no necesito medir la humedad!”).
- Falta de higiene (los ácaros son asesinos silenciosos).
- Amor mal entendido (querer “alimentarlos mejor” con sobras de comida podrida).
Pero aquí está la clave: la práctica mata a la teoría. Por eso, si quieres empezar:
- Toma el curso de aprende.org (gratis, con certificado instagrameable).
- Empieza con una caja pequeña, no inviertas en equipos caros.
- Aprende a matarlos. Suena duro, y puede que te encariñes con tus insectos, pero al final tienes que dominar el proceso de sacrificio (congelación es lo más ético).
¿Y el “factor asco”? Aquí mi truco
La gente me dice: “¿Cómo puedes comer bichos?“. Mi respuesta: “¿Cómo puedes comer camarones?“. Ambos son artrópodos, pero uno está normalizado. El secreto está en:
- Presentación: Nadie quiere ver patitas en su plato. Usa harinas o polvos.
- Historias: Cuando cuento que mis grillos comen restos de vegetales y avena, la gente se relaja (comen más sano que nosotros).
El futuro es pequeño, ruidoso y crujiente
Hoy tengo dos contenedores de grillos en mi patio. No es gran cosa, pero cada vez que veo a las crías crecer, pienso: esto podría escalar. Podría vender harina a gyms, crear snacks para mascotas o incluso exportar. O, quién sabe, quizá en 10 años la gente me señale en la calle: “Mira, ese loco tenía razón“.
Mientras tanto, te dejo mi consejo final: Empieza ya. Comete errores. Pierde grillos. Pero no pares. Porque cuando la revolución de los insectos llegue (y llegará), tú ya tendrás el certificado en la pared… y el know-how para surfearla.
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